domingo, 21 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD ESTÁ EN EL AIRE

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"La Luz del Mundo" (1854) W. H. Hunt (flirck)
Por fin... ya estamos en Navidad o, mejor dicho, en Adviento (del latín ad ventus que significa 'llegada'), que es como se denominan los días previos al Día de Navidad (25 de Diciembre) en que realizamos los preparativos para celebrar "como Dios manda" el cumple del Niño Jesús. El tiempo de Adviento comienza a contarse en el calendario litúrgico cristiano a partir del último domingo de noviembre, encendiendo una vela cada domingo de las cuatro semanas de Adviento, para contar el tiempo que falta hasta Navidad y además representar con cada una de ellas los deseos de esperanza, paz, amor y felicidad para el Mundo; finalmente, el día de Navidad se enciende la quinta vela, que representa a Cristo, la Luz del Mundo.

En cambio, los calendarios de Adviento infantiles que esconden golosinas o chocolatinas en el interior de cada una de sus casillas (inventados en Alemania en el siglo XIX), comienzan la "dulce espera" el día 1 de diciembre y finalizan el día 24, la Víspera de Navidad o Nochebuena. En EEUU, estos calendarios se prolongan hasta el día 25, porque para ellos la Nochebuena es el último día de los preparativos; así que esa noche no hacen cena familiar especial, sino que se reservan para la comida del "Día Grande". 

Pero los preparativos para la Nochebuena y Navidad en España no suelen comenzar por lo general hasta finalizado el "Puente de la Constitución", ya que el día 8 que es festivo lo solemos dedicar a montar el árbol y el nacimiento, aprovechando que tenemos tiempo y ninguna otra cosa mejor que hacer...

 

DEL SOLSTICIO DE INVIERNO A "ESTE NIÑO ES UN SOLETE"


Pero antes de seguir con el Adviento, empecemos por el principio de los tiempos: ¿porque celebramos el nacimiento del Niño Jesús en diciembre si todo apunta a que nació en pleno mes de septiembre? Pues de nuevo la Iglesia y su arte para el camuflaje de celebraciones paganas. Antes de que el Cristianismo entrase en escena, las antiguas civilizaciones creían que en diciembre los días se hacían cada vez más cortos porque el Sol se estaba muriendo. Horrorizados comprendieron que, si el astro moría, sus cosechas, ellos mismos y todo bicho viviente irían detrás. Con el propósito de evitarlo, llevaban a cabo rituales de "reanimación", antes del día del Solsticio de Invierno, el día con menos horas de luz solar del año (en el año 45 A.c. el calendario juliano fijaba el evento el 25 de diciembre pero es en el siglo XVI cuando el calendario gregoriano, con la introducción de los años bisiestos, lo fija definitivamente en el 21 de diciembre). Pasado el Solsticio, los días comenzaban de nuevo a crecer, síntoma de que el Sol había respondido favorablemente al tratamiento y esto, como no, había que celebrarlo con un fiestón por todo lo alto.
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El calendario-monumento solar y lunar de Stonehenge (Wiltshire, Inglaterra) en la puesta de sol del Solsticio de Invierno (fuente:Al King/Flickr)

A raíz de esto, en casi todos los cultos y religiones primitivas existe un dios solar que nace y muere cada año al compás del Solsticio de Invierno o de otro evento astronómico, alumbrado de extranjis por una madre virgen. Véanse los parecidos razonables entre Horus, Buda, Helios/Apolo, Mitra, Inti y, más tarde, Jesús.

Entre las festividades principales de época romana propiciadas por el Solsticio de Invierno estaban:
Las Saturnalia ('Saturnales'), del 17 al 23 de diciembre, en honor al Dios Saturno, dios de la agricultura, para celebrar el fin de las siembras de invierno y asegurar que estas quedasen bajo su protección. Estas fiestas incluían rituales, sacrificios, diversiones y banquetes públicos e intercambio de regalos así como de papeles entre amos y esclavos. ¡Imaginaros el despiporre!
El Natalis Invicti Solis ('Festival del Nacimiento del Sol Invencible'), entre el 22 y el 25 de diciembre, para festejar el renacimiento del dios Sol tras vencer la Oscuridad.
La celebración del nacimiento del dios Mitra (de origen persa) el 25 de diciembre, dios de la luz y la sabiduría, venerado principalmente por legionarios y nobles romanos.
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"Los Romanos de la Decadencia" (1847) de Thomas Couture (fuente: wikimedia)

Así pues, ante este panorama de orgía y depravación, la Iglesia Cristiana lo tuvo difícil para acabar con estos cultos paganos de raíz y tras varios intentos por abolirlos llegó a la conclusión de que lo mejor era permitirlos pero reconvertidos al decoro y la moralidad cristiana. La Iglesia pensó en Jesús de Nazaret como el mejor sustituto cristiano de Mitra y del Sol Invicto y lo demás ya vino rodado. "Movamos el nacimiento de Jesús al 25 de diciembre, total unos meses arriba unos meses abajo..., no se va a notar mucho....". Y así fue como nació la Navidad en el siglo IV. 

Su celebración se fue extendiendo por toda Europa a medida que avanzaba la evangelización. En los Pueblos Nórdicos, se sustituyó al festival de Yule o Jul (en anglosajón, 'rueda') del Solsticio de Invierno por la Navidad pero asimilando de aquel el sentido de fiesta de la familia, la tradición de entonar canciones populares (que pronto se reconvertirían en villancicos navideños) y la de decorar árboles perennes. Muchas más tradiciones se incorporaron de aquellos cultos paganos romanos como el acebo, el muérdago, las velas, las campanas y los cascabeles, el banquete, los regalos....y muchas más se inventaron con el paso del tiempo.

Gracias a Alemania, que siempre mantuvo vivo su fuerte espíritu navideño, perduraron las antiguas tradiciones a lo largo de los siglos y llegaron casi intactas a nuestros días. De hecho EEUU vive con tanto entusiasmo la Navidad debido en su mayor parte a los emigrantes alemanes que llegaron allí a finales del siglo XIX llevando consigo sus tradiciones. En poco tiempo consiguieron reavivar la celebración de la Navidad que tras la Revolución Americana del siglo XVIII había caído en desgracia por ser costumbre inglesa.

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Familia Real Británica (1848) del Illustrated London News (wikimedia)
Porque aunque no os lo creáis, hubo un tiempo y un lugar donde las Navidades fueron declaradas ilegales: la Reforma Protestante de Lutero en el siglo XVI atacaba las fiestas religiosas como prácticas corruptas ya que eran fiestas donde se prodigaba la glotonería, los bailes profanos, los juegos, etc., Vamos, que la espiritualidad se les había escapado por la ventana. En consecuencia, la Inglaterra protestante declaró ilegal la Navidad (y los colonos puritanos de Nueva Inglaterra también). Aunque en el siglo XVII se levantó la veda, las tradiciones navideñas se habían perdido. 

La Navidad no regresó realmente a Inglaterra hasta que subió al trono la Reina Victoria que en 1840 se casó con su primo el príncipe Alberto de Sajonia, el cual llevó consigo a Inglaterra las tradiciones navideñas de su Alemania natal. El posado de la familia real en Navidad junto al árbol en el salón del Castillo de los Windsor difundido por la prensa del corazón inglesa de la época causó sensación e hizo que la Navidad volviera a entrar en las casas del pueblo inglés, el cual trataba de emular la decoración y tradiciones navideñas de la familia real. 

También Charles Dickens con su novela Cuento de Navidad (1843) jugó un gran papel a la hora de revivir el espíritu de la Navidad en su país, ya que en ella recordó a los lectores el verdadero significado de la Navidad y lo que esta podía aportar a sus vidas. Hoy en día la Navidad es celebrada en casi todo el Mundo (exceptuando a los creyentes islámicos y judíos), por creyentes y no creyentes porque, dejando a un lado su sentido religioso,  la Navidad siempre ha sido la celebración de la unión familiar por antonomasia.

¿Pero os imagináis cuan distinta hubiera sido la Navidad si se hubiese celebrado finalmente en septiembre? Bueno, de hecho en el hemisferio sur celebran la Navidad durante sus vacaciones de verano porque allí el verano empieza en diciembre. Por ejemplo, en Australia después de la comida de Navidad se van a la playa a tomar el sol. ¡Qué planazo! Pero hasta ellos se dan cuenta de que no es lo mismo: la Navidad nació y desarrolló sus tradiciones en el hemisferio norte para ser celebrada en pleno invierno y cuanto más frío mejor. Y si nieva, de esto de quedarte incomunicado en el pueblo, mejor aún.

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Santa Surfing (fuente)
Es por ello que la mayoría de nuestras tradiciones navideñas nunca hubieran existido. Por ejemplo, ¿a qué sevillano le apetecería darse una buena jartá y rematarla comiendo polvorones a 40 ºC a la sombra? ¡Mejor un heladito de turrón! ¿no? ¿O con qué brindaríamos: con cava o con sangría? Bueno y ya ni te cuento del pobre de Papa Noel: los renos con insolación y deshidratados, tirando de un trineo que no se desliza a falta de nieve, que más bien parece un arado levantando surcos por donde pasa; y él en chancletas, bañador y gafas de sol, dejando los regalos entre mojito y mojito para sobrellevar el calor y "bajar mejor" por las chimeneas. ¡Que poco navideño! ¿verdad? Menos mal que a los Padres de la Iglesia se le encendió la bombilla...


HACIA BELÉN VA UNA BURRA, RIN-RIN...


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(fuente: plaisanter / Flickr)

Pues sí, como iba diciendo, lo más bonito de la Navidad no es ni la Nochebuena ni la Navidad, sino la "Pre-Navidad", el Adviento, sobre todo cuando eres niño: es la ilusión de esperar lo inesperado cuando se sabe que sea lo que sea será bueno (Papa Noel no trae carbones, je, je), la anticipación mental de la felicidad que ese día viviremos con la familia y las cábalas que todos esos días haremos sobre los regalos que nos traerá o no traerá Papa Noel. Todo esto alimentado por la cantidad de anuncios de juguetes que en esos días, astutamente, echaban en la tele cuando era niña y que siguen echando, que de tanto verlos te entraba una especie de borrachera consumista y se te empezaba a antojar todo.

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Portada de The Etude (1930) Quebec, Canadá (Andre Vandal/Flickr)

Los primeros indicios de que ha llegado la Navidad a tu ciudad son el alumbrado navideño que decora todas las calles y la música ambiental radiada por potentes altavoces, por cortesía del ayuntamiento. Todos los días de adviento te machacan la sesera con el mismo CD de villancicos cantados por voces blancas que parecen perseguirte donde quiera que vayas, hasta en tus peores pesadillas. Incluso en el súper tienen el mismo CD, que llegas a casa de hacer la compra y parece que te has traído al coro de politono en el móvil. "Ah, no, que no es el móvil, ¡que están en mi cabeza!". Al final te pasas todo el día escuchando villancicos sí o sí. Creo que se trata de un complot secreto para transmitirnos un mensaje subliminal del tipo "Comprar, no dejes de comprar, que los ángeles tocan, qué nueva nos traéis...". Seguro que si pusieramos el CD al revés se escucharía la canción "Aquí está la Navidad" del anuncio de la Lotería de las Navidades pasadas... ¡terrorífico!


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Cartel publicitario de los años 60 (fuente)
Por efecto dominó la decoración navideña pronto invade nuestra casa: decoramos la puerta de casa, el recibidor y el salón con toda suerte de adornos en verde y rojo, los colores de la Navidad. La razón de esta asociación cromática es incierta pero lo que está claro es que no tienen nada que ver con Portugal ni tampoco los escogió un daltónico. Se supone que es porque verde y rojo son los colores que predominan en la vegetación invernal y en sus flores y frutos y que además, por aquello de que la naturaleza es sabia, son los colores que más contrastan sobre el fondo blanco de la nieve; como ejemplo, el acebo, que además por ser perenne es interpretado por el Cristianismo como un símbolo del triunfo de la vida sobre la muerte, como lo es Cristo.

Otro signo inequívoco de que ya es Navidad es la repetición diaria en la TV del anuncio de los turrones de El Almendro: el "Vuelve, a casa vuelve, por Navidad...." se ha convertido en un mantra en nuestras vidas desde las Navidades de 1980. También lo fueron en su momento "El Lobo, que gran turrón..." o "Queremos turrón, turrón, turrón, pero mira que sea Antiu Xixona..." y también....

... LAS MUÑECAS DE FAMOSA SE DIRIGEN AL PORTAL....


De pequeña lo que más me gustaba era el momento de decorar el árbol y montar el nacimiento. Primero íbamos a por el árbol, un abeto o un pino, que a veces comprábamos y otras veces lo tomábamos directamente del monte. Luego llegaron los abetos artificiales de plástico y el monte lo agradeció. De paso que ibas al monte, aprovechabas para coger algo de musgo para el nacimiento pero no siempre había suficiente, así que acabábamos yendo a algún bazar a comprar musgo artificial, cosa que nuestra madre también agradeció pues el musgo del monte se arrancaba con tierra y todo y poníamos el salón perdido.

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(fuente: Dave / Flickr)
Si, porque en los años 80, antes de la llegada de los hipermercados, "todo-a-cienes" y bazares chinos, lo más parecido que había en la ciudad donde comprar los adornos navideños era alguna ferretería-bazar donde vendían casi de todo aunque creo recordar que en las jugueterías también los vendían. El no va más fue cuando en mi ciudad natal abrió sus puertas el Simago, uno de los primeros grandes-almacenes en instalarse allí, creo recordar que en las Navidades del 85, pero no lo sé seguro. Solo recuerdo ir con mi madre a primeros de diciembre y encontrar allí un montón de figuritas para el nacimiento, adornos para el árbol, etc. y recuerdo que a bastante buen precio pero no porque yo fuera consciente de ello, porque cuando eres pequeña no sueles tener aún desarrollado el concepto de "esto es caro-esto es barato", sino porque se me quedó grabada la imagen de una señora exclamando maravillada "¡esto é baratísimo!", llenando el carro de adornos y más adornos...

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Mercadillo de Adviento en Jena, Alemania (Rene Schwietzke / Flickr)
En algunas ciudades de España (Madrid, Gijón...) y en gran parte del Norte de Europa, de EEUU y Canadá se montan los Mercadillos de Adviento o Mercados Navideños. Originarios de Alemania y Alsacia en el siglo XIV, en estos puestos ubicados en las plazas principales de las ciudades, se pueden adquirir una gran variedad de adornos navideños, figuritas hechas a mano, especialidades dulces locales típicas de Navidad, etc., mientras paseas y te imbuyes de su acogedor "ambientillo" navideño.

Con mercadillos o sin ellos, en casa bajábamos del trastero la caja de adornos del árbol y de figuras del nacimiento que reutilizábamos año tras año para montar el tinglao. Primero decorábamos el árbol con muchas bolas brillantes y espumillón de todos los colores, las piñas pintadas de plateado que no falten, las luces que siempre se enredaban y la estrella de Belén tipo Cometa Halley en lo alto. Después montábamos el Nacimiento a los pies del árbol, con mucho musgo y trozos de algodón por encima imitando la nieve, un río de papel Albal, un portal de Belén años 70 con luces incorporadas, unos pastores y otras figuras repartidos por ahí, unas palmeras de plástico, un molino, un pozo y un puente hechos en corcho y el castillo de Herodes en una esquina bien lejos. ¡Ah!, y los Reyes Magos, que como no llegaban al Portal hasta el 5 de enero los poníamos lejos, al lado de la puerta del balcón, para cada día que pasaba irlos aproximando unos centímetros. 

Éste era el Nacimiento en modo básico hasta que unas Navidades mi hermano y yo decidimos que a aquello le faltaban personajes y nos fuimos a la habitación a recopilar todo tipo de figuritas de plástico o de goma que sirvieran de "extras". Así pues, además de los pastores, allí estaban adorando al Niño: los Playmobil, los Pitufos, los Picapiedra, Spiderman, los Pin y Pon, la Princesa Leia, figuritas de los Kinder Sorpresa, etc. ¡Aquel Nacimiento sí que molaba! Después, con el encendido de luces del árbol al estilo del de Rockefeller Center, quedaba inaugurada la Navidad en nuestra casa.

Pero el Belén que no me canso de contemplar desde pequeña es el que el escultor Arturo Baltar Santos inició en 1967 por encargo, en exposición permanentemente desde 1982 en la Capilla de San Cosme y Damián en Ourense, y que abre sus puertas al público al llegar las Navidades. Se trata de un Nacimiento compuesto por más de 500 figuras de barro cocido policromado a modo de población gallega de principios del siglo XX, que contiene hasta el más mínimo detalle con personajes populares y arquetipos ourensanos de la época y construcciones típicas gallegas como, entre otras, hórreos, petos de ánimas y cruceiros. Es impresionante.
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Fragmento del Belén de Baltar (fuente)

Últimamente se está poniendo de moda el sustituir el Belén por la Villa Navideña muy típica en EEUU (Christmas Village), maquetas hechas con casitas nevadas en miniatura típicas de principios de siglo XX de inspiración nórdica, dotadas de lucecitas, movimiento y en algunos casos hasta de música. Hay auténticas obras de ingeniería. Yo también me he apuntado a esta moda aunque en el fondo echo un poco de menos aquel Belén de mi infancia...
 

NAVIDAD, NAVIDAD, DULCE NAVIDAD


Otro de los preparativos que hacemos de cara a la Navidad es ir al súper y dejarnos llevar por la nostalgia: llenamos el carro de un surtido de tabletas de turrón, polvorones y mazapanes como hacían nuestras madres, a sabiendas de que la dulcería navideña apenas se prueba con la cantidad de postres alternativos que suele haber en las mesas navideñas gallegas (brazo de gitano, cañitas de crema, tartas varias, pasteles...). "¡Pero como no voy a llevarlo! ¡Turrón tiene que haber en la mesa, sino no parece que estemos en Navidad!" Al final se acabará la Navidad y te verás teniendo que acabarte tu sola el surtido navideño sobrante hasta bien entrado el verano.
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Anuncio del "surtido Cuétara" australiano (1956) (James Vaughan/Flickr)

Yo ya tengo un poco aburrido el turrón así que últimamente me dedico a hacer Galletas de Navidad, que son simplemente galletas básicas de mantequilla decoradas con motivos navideños hechos con adornos de fantasía de azúcar de diversas formas, texturas y colores y con glasa (pasta hecha de clara de huevo y azúcar glass con la que se dibujan líneas en relieve). Las galletas llevan siglos asociadas a la Navidad porque, al igual que otros dulces navideños, llevaban algunos ingredientes que antiguamente eran bienes preciados o escasos, como las especias, con lo cual se tenía que reservar su elaboración para ocasiones especiales. Cada país tiene su propia especialidad de galletas aunque la receta base suele ser parecida. 


Así por ejemplo, tenemos las Springerle alemanas del siglo XIV, con sabor a anís, características por su color blanquecino y sus imágenes en relieve, que le dan un aspecto de talla sobre mármol blanco; los Gingerbread men ingleses del siglo XVI, hombrecitos de jengibre cuyo color y sabor principal se lo dan la melaza de caña y la mezcla de especias típica navideña (jengibre, clavo, canela y nuez moscada); los Spéculoos (del latín speculum, 'espejo') tradicionales de Bélgica y Holanda así como de algunas zonas de Alemania y Francia desde el siglo XV, una galleta con dibujos en relieve y con una masa similar a las galletas de jengibre, pero cuya especia principal es la canela; o los Kourabiéthes griegos, galleta de mantequilla a base de almendra y espolvoreadas de azúcar glass, muy similares a los Mantecados españoles, se suelen adornar con un clavo (de especia) clavado en el centro de cada galleta para simbolizar a Cristo; y un largo etcétera.

La receta básica de galleta de mantequilla que utilizo es la que encontré en el blog de Flor de Cayena, una blogera que lleva años sorprendiéndonos con su maestría y creatividad haciendo unas impresionantes tartas de cumpleaños, comuniones y lo que se tercie; amén de preparar mesas dulces para todo tipo de celebraciones cuidando hasta el mínimo detalle, con un gusto exquisito en la decoración. Para ella no existen límites al fondant: tanto te diseña una tarta vintage estilo Wilton, como una tarta convertida en un estadio de fútbol o el Castillo de Disney. Bueno y con las galletas, ni te cuento. ¡Una artista! Las últimas que ha hecho por Navidad en forma de bolas de nieve me tienen enamorada. Pero con esas no me atrevo, que el fondant no es lo mío. Yo prefiero hacer sus galletas de copo de nieve, con efecto escarcha, que me parecen muy originales y sencillas de hacer. La receta ya no la pongo aquí, pues es la misma y la tenéis en el link anterior.


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Como podéis ver, he hecho sus mismos diseños y algunos nuevos, inspirándome en imágenes de galletas que encontré por Internet. Lo demás es echarle imaginación, combinando la glasa con perlas y otros adornos de azúcar de colores. En este artículo del blog de Javi Recetas encontraréis súper bien explicado como hacer la glasa real para decorar las galletas y los tipos de glasa que hay. La glasa real de perfilado para mí es la más sencilla de hacer; tanto es así, que yo ya la hago a ojo: pensad en la textura de la pasta de dientes blanca y acertaréis.

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 Animaros a hacer estas galletas que es muy divertido y para hacer con niños es la actividad ideal en estos días de Adviento. Yo las haré el día 22 mientras escucho el sorteo de la Lotería, otro de los sonidos que no pueden faltar en Navidad. Ese monótono recitar de los niños de San Ildefonso únicamente quebrado por la aparición repentina de la suerte y ese solemne rugir de los bombos al girar, causan la misma sensación que ver nevar: te parece que es más Navidad. Cada vez que cantan un premio te da un vuelco al corazón y miras las participaciones a ver si hay suerte. Pero no importa que al final no toque porque te emociona igualmente saber que ha caído el Gordo sea en Benidorm, en Burgos o en Rianxo, y con una sonrisa escuchas la noticia sin poder evitar que se te escape una lagrimita de emoción. Esto es lo que yo denomino el "estado de felicidad navideño absoluto".
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CAMPANA SOBRE CAMPANA


La banda sonora de Adviento está claro que son los villancicos que ya los tenemos grabados a fuego de cada vez que salimos a la calle; así que los dejaremos para cantarlos en Nochebuena. Solo os pondré uno de mis villancicos favoritos, si se le puede llamar así, porque mucho no tiene que ver con los villancicos tradicionales...: "Jingle Bells Rock" (1970) de Bobby Sherman, cuya versión original de 1957 era interpretada por Bobby Helms, mucho más lenta y con guitarra rockabilly. Tiene más de swing que de rock & roll y un espíritu navideño muy alegre y contagioso.

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Pero la banda sonora por excelencia es la "Suite El Cascanueces op.71" que Piotr Tchaikovsky formó en 1892 a partir de su Ballet "El Cascanueces" poco antes de su estreno. Una suite es una obra musical compuesta por varios movimientos breves basados normalmente en ritmos de danza. En este caso, Tchaikovsky seleccionó 8 números de su ballet para ser interpretados en forma de concierto. Tchaikovsky concibió su ballet como pequeñas piezas musicales independientes donde nos presenta a cada uno de los personajes que aparecen en esta historia basada en "El cuento del cascanueces" de Alejandro Dumas (padre), adaptación del cuento "El cascanueces y el rey de los ratones" de E.T.A. Hoffmann de 1816. Es una historia que nos transporta al mundo de las hadas, con un muñeco cascanueces que cobra vida por la noche junto a otros juguetes y conduce a su dueña, una niña llamada Clara, a vivir aventuras en un reino mágico donde éstos tendrán que luchar contra ratones y donde el cascanueces acabará convertido en un príncipe. La historia transcurre en Navidad y por este motivo es ya tradición que el ballet siempre se reestrene en diciembre, normalmente en el tiempo de Adviento. La pieza más bonita y mágica es la "Danza del Hada del Azúcar", interpretada por una celesta como instrumento-solista cuyo sonido dulce y celestial escogió Tchaikovsky para caracterizar a este personaje.


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Y por último, la música del anuncio de la Lotería de Navidad, del "calvo de la lotería" que nos caló de lleno desde 1998 a 2005. Se trataba del tema "Interior student cafe" de Maurice Jarre incluido en la banda sonora de la película "Doctor Zhivago" (1965) de David Lean.

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Feliz Navidad y...que la suerte os acompañe....

6 comentarios:

  1. Me ha encantado la explicación del solsticio de invierno (día del cumple de mi hijo mayor). Yo, al contrario que muchas culturas pesimistas, pienso que se trata de un día especial. ..y más por ser el preludio de la lotería de Navidad...que a ver si nos toca la de O Reino.

    Las galletas navideñas del globo no son de fondant, son de glasa...así que las próximas estas, vale?.....ya tienes un nuevo reto ;p

    Besos
    Paula

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    1. ¿¿Son de glasa?? Convencida de que eran de fondant por la cantidad de colorines que llevan. Pues ya me pasarás el tutorial paso a paso para ver si otro año me salen. Acepto el reto. Besitos!

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  2. Excelente artículo. Yo que pensaba que la Navidad empezaba cuando los niños de San Idelfonso cantaban el Gordo y pocos días después llegaba Papá Mago y más tarde los Reyes Noeles... o era al revés? Los Reyes Noeles y el Papá Mago... en fin, un artículo que podía acabar en una Tesis Doctoral ya que tratastes muchos hechos históricos y de una manera amena.

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    1. Jajaja. La larga historia de Papa Noel y los Reyes "Majos" la dejo para las Navidades que vienen, sino se me acaban los temas. ¡Que exagerado! De tesis doctoral no está para nada. jaja Y más temas que se me quedaron en el tintero por falta de espacio como el origen de la Lotería de Navidad Española, el origen del Nacimiento y otros nacimientos espectaculares que se exponen por el Mundo "alante", etc... Gracias por leerme!

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  3. Hola, soy Genry, digooo Henry. Estupendo tu Blog, me ha hecho recordar los belenes que construia mi padre con estructuras de madera y escayolas que ocupaban toda la habitación. Eran grandiosos......como la bronca de mi madre cuando había que recoger y limpiar todo... Saludos

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  4. ¡Hola Henry! Jajaja Las madres siempre poníendonos los pies en la tierra. Debía ser espectacular contemplar esos belenes de tu padre. ¡Que suerte! ¡Gracias por leerme, me alegro de que te haya gustado! Ah, para que salga tu nombre en el comentario, cuando vayas a publicarlo, en la pestaña de "comentar como" tienes que escoger la opción "URL/nombre" y te sale una ventana que te permite poner tu nombre. ¡Saludos!

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